domingo, 7 de diciembre de 2008

El Mito de Dédalo


Hoy, en Tarot, Mitos y Arquetipos, quiero compartir un extracto del libro " Los Mitos Griegos I " de Robert Graves

"La ascendencia de Dédalo es discutible, aunque se conviene generalmente en que pertenecía a la casa real de Atenas. Era un herrero admirable, pues le había enseñado ese arte Atenea misma.
Uno de sus aprendices, Talos, le había superado ya en su habilidad en el oficio cuando sólo tenía doce años de edad. Sucedió que un día Talos encontró el maxilar de una serpiente o, según dicen algunos, el espinazo de un pez, y al ver que podía utilizarlo para cortar un palo por la mitad, lo copió en hierro y así invento la sierra. Este y otros inventos suyos —como la rueda de alfarero y el compás para trazar círculos— le valieron una gran reputación en Atenas, y Dédalo, que pretendía haber forjado la primera sierra, se sintió pronto insoportablemente celoso. Llevó a Talos al techo del templo de Atenea en la Acrópolis, le señaló ciertas vistas lejanas y de pronto le empujó y le hizo caer a tierra.
Dédalo corrió al pie de la Acrópolis y metió el cadáver de Talos en un saco con el propósito de enterrarlo en secreto. Cuando le interrogaron unos transeúntes, les explicó que había recogido piadosamente una serpiente muerta, pero había manchas de sangre en el saco y su crimen fue descubierto, y el Areópago le desterró por asesinato. Según otro relato, huyó antes que se viera el juicio.

Dédalo se refugió en uno de los demos del Ática, a cuyos habitantes se les llama por él dedálidos; y luego en la cretense Cnosos, donde el rey Minos tuvo el placer de recibir a un artífice tan hábil. Vivió allí durante algún tiempo, en paz y gozando de gran favor, hasta que Minos, cuando supo que había ayudado a Pasífae a ayuntarse con el toro blanco de Posidón, lo encerró durante un tiempo en el Laberinto, juntamente con su hijo Ícaro, pero Pasífae puso en libertad a los dos.

No era fácil, sin embargo, huir de Creta, pues Minos tenía todos sus barcos bajo guardia militar y ofreció una fuerte recompensa por su aprehensión. Pero Dédalo hizo un par de alas para él y otro para Ícaro; estaban hechas con plumas de ave atadas con hilos y otras menores pegadas con cera. Después de haber preparado el par de alas de Ícaro, le dijo con lágrimas en los ojos: «¡Hijo mío, ten cuidado! No vueles a demasiada altura para que el sol no funda la cera, ni demasiado bajo para que el mar no humedezca las plumas.» Luego deslizó sus brazos en su par de alas y ambos emprendieron el vuelo. «Sígueme de cerca —gritó— y no tomes un rumbo propio.»
Cuando se alejaban de la isla volando en dirección del nordeste, agitando sus alas, los pescadores, pastores y agricultores que miraban hacia arriba los tomaron por dioses.
Habían dejado a Naxos, Délos y Paros tras ellos a la izquierda y estaban dejando Lebintos y Calimne detrás a la derecha, cuando Ícaro desobedeció las órdenes de su padre y comenzó a remontarse hacia el sol, regocijado con la altura a que lo llevaban sus grandes alas. Poco después Dédalo miró hacia atrás y ya no pudo ver a Ícaro, pero vio abajo las plumas de sus alas que flotaban en el agua. El calor del sol había derretido la cera e Ícaro había caído al mar y se había ahogado.


Dédalo voló hacia el oeste hasta que descendió en Cumas, cerca de Nápoles, y allí dedicó sus alas a Apolo y le erigió un templo con techo de oro. Luego hizo una visita a Cámico, en Sicilia, donde le recibió hospitalariamente el rey Cócalo, y vivió con los sicilianos disfrutando de una gran fama y erigiendo muchos edificios magníficos.

Entretanto, Minos había reunido una flota considerable y salido en busca de Dédalo. Llevó consigo una concha de Tritón y adondequiera que iba prometía recompensar a quien pudiera pasar por ella una hebra de lino, problema que, como bien sabía, sólo Dédalo era capaz de resolver. Cuando llegó a Cámico ofreció la concha a Cócalo, quien se comprometió a pasar la hebra, y, por supuesto, Dédalo encontró el modo de hacerlo.
Pero Minos, seguro de que por fin había encontrado el escondite de Dédalo, exigió su rendición. Mas las hijas de Cócalo no querían perder a Dédalo, que les hacía tan bellos juguetes, y con ayuda de él trazaron un plan. Dédalo pasó un caño a través del techo del cuarto de baño y por él vertieron agua hirviendo sobre Minos cuando éste estaba disfrutando de un baño caliente. Cócalo, quien muy bien podía haber estado implicado en el complot, entregó el cadáver a los cretenses alegando que Minos había tropezado con una alfombra y había caído en una caldera de agua hirviente."

Dédalo y el palo de péntaculos en el Tarot Mítico


En el Tarot Mítico, desarrollado por Liz Greene, el palo de péntáculos está representado por el mito de Dédalo. A través de la secuencia de los 10 arcanos va desarrollando toda la historia, que según Greene " ilustra los desafíos, aspiraciones, trampas y la compleja moralidad de los esfuerzos terrenales con sus fracasos y recompensas".

Para leer más entradas relacionadas con el palo de péntaculos en el Tarot Mítico ver los siguientes links:


4 de péntáculos y 6 de péntaculos

10 de oros y 7 de oros

Publicados en el blog Tarot Experimento

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Marcela


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Dédalo en la serie "El Narrador de Cuentos"









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